viernes, 22 de marzo de 2013


Esa palabra bendita llamada gol



El fútbol es el amor más largo y descabellado de nuestra vida. Es la pasión desesperada por los opuestos: pertenencia y privación, multitud y soledad, devoción y rencor, tristeza y alegría. Alejarse del fútbol es mutilar parte de nuestro corazón. Es el final de la infancia y el comienzo del hinchaje perpetuo. Es levantarse en la mañana y pensar en el partido de la noche. Es olvidar a los amigos, porque en el asfalto, o en el verde, parece disiparse la amistad. Es el amor que te hace querer tanto a alguien, o la cólera que te hace odiar sin estribos.

El fútbol es la discusión imperecedera con la gente. Es sentir ese no se que por alguna camiseta, por la celeste, por la azul o por la crema. “Porque en la vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de futbol”. Es el juego de la pista, del patio del colegio, de la pared de tu casa o el garaje del vecino. Es el juego del balón, de la pelota de trapo, de la chapita o de la bola de papel porque todo vale a la hora de gritar un gol.

El futbol es la pasión que provoca lo indeseable o conquista lo imposible. El fútbol puede ser la rivalidad eterna, llamada clásico. El fútbol es Maradona y Pelé. Para mí es Zidane, para alguien tal vez Messi. El futbol es la jerga, la lisura, el cántico desaforado, el grito que lo engloba todo, porque no existe cosa más hermosa y sencilla que poder gritar- según reza una tautología en nuestro fútbol- esa palabra bendita llamada gol.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario