jueves, 29 de noviembre de 2012


Del trompo a los dados



De todas la Anitas que conozco,
la mayoría de ellas tienen algo en común: el erotismo.


Volví a escuchar aquella canción que trajo consigo los recuerdos más celebrados de mi pubertad. No recuerdo donde pude haberla escuchado nuevamente o fue simplemente un estribillo que pernoctó en mi memoria durante un sueño. Han pasado ya diez años, la pubertad se ha extinguido tras la quimera de los sueños rojos y la fugacidad del tiempo, y la conciencia ingrata fue escondiendo aquel lapso bajo el manto oscuro del olvido. Durante ese tiempo he conocido más Anitas pero aquella, aunque platónica e imposible, marco un comienzo en el comienzo de lo imperecedero.

La pubertad comenzó a devorar poco a poco a la niñez, obstinada y terca. Aún jugábamos al trompo y a las bolinchas, a las escondidas y al “San Miguel”. De pronto, comenzó a sonar horrible la voz en nuestras gargantas, nuestra estatura comenzó a crecer de manera extraña. Ahora ya no jugábamos a las escondidas, sino a la botella borracha. Ahora experimentábamos los primeros besos, lúdicos y bisoños. Ahora ya no nos cubríamos los ojos cuando veíamos cosas malas en la televisión. Ahora queríamos que llegara la noche y que Edith Piaf vuelva a endiosar su garganta invitándonos a ver “La presencia de Anita”.
Cosa extraña sucedía en mi barrio. Los adultos desaparecían de las esquinas, dejaban la “timba”, encendían los cigarros y corrían presurosos a la casa de don Dago –que cual cine abría sus puertas de par en par- justo a las nueve de la noche.

Nosotros, dejábamos la pelota por un momento, corríamos a la casa del “cebón” peleándonos un lugar en el sillón viejo de resortes salidos que estaba en la sala. El tío del cebón se iba a su cuarto y usando el pretexto de jugar Nintendo, prendíamos el televisor, bajamos el volumen y cada uno con la mirada, ansiosa y bucanera, le permitíamos a Anita robarnos la inocencia de la pubertad, a cambio que ella nos regale por primera vez las infinitas razones de nuestros desvelos.

Era la misma rutina de todos los días. Los adultos desaparecían a las nueve, las esquinas vacías con las barajas rotas, la calle gris y silenciosa, los arcos de ladrillos incólumes, la  pelota quieta bajo el sillón, la ninfa que nos abre los brazos y nos atrapa en su suelo de una hora. Durante un mes los adultos no hablaban de otra cosa por las noches, para nosotros las noches de fulbito se habían convertido en noches con Anita.
Ahora que ya han pasado diez años recuerdo con nostalgia aquel tiempo, aquel febrero, y vuelvo a ver a Anita, la responsable que dejáramos el trompo y las bolinchas, por los dados y las cometas. Porque durante un mes el barrio no fue el mismo, porque las noches no eran noches sino escuchábamos a Edith Piaf entonando en su idioma inentendible la canción de “La presencia de Anita”.  

viernes, 23 de noviembre de 2012


MOVADEF O NEOSENDERISMO


En las últimas semanas, es más en los últimos meses, los medios de comunicación nos han bombardeado con un acrónimo, tal vez, desconocido hasta entonces: Movadef. Fundado en noviembre del 2009, este movimiento fachada de Sendero Luminoso, es liderado literalmente por los abogados del diablo, Alfredo Crespo y Manuel Fajardo, defensores legales de los derechos de Abimael Guzmán. Sorprendentemente este movimiento “patético” ya cuenta con 2 500 miembros activos y 4 bases activas en países como Chile, Argentina, Bolivia y Francia, según una reciente investigación de la Dircote.

Esta reciente investigación “desnuda” las verdaderas intenciones y objetivos del movimiento. La Dircote ha establecido que el Movadef comenzó a gestarse por orden de Abimael Guzmán desde la Base Naval del Callao, por intermedio de sus abogados, y que lo integran en su gran mayoría senderistas que cumplieron condena por terrorismo, o cuyos procesos fueron anulados, y por familiares de subversivos presos, desaparecidos o fallecidos. A estos se suman jóvenes captados en las universidades.

"El Movadef justifica y exalta abiertamente los crímenes de Sendero Luminoso. Eso es apología del terrorismo, un delito sancionado por la ley", indicaron las fuentes.
Otro dato importante en la investigación de la Dircote es el presunto origen del Movadef. Afirman que dicho movimiento surgió en el discurso que improvisó Abimael Guzmán cuando fue presentado en traje a rayas y enjaulado, el 24 de septiembre de 1992.

Otro de los problemas de suma importancia para el estado es la propaganda mediática, “casi invisible”, que el Movadef está infiltrando en las universidades de todo el país. Un informe del programa periodístico Cuarto Poder afirma que el adoctrinamiento en las universidades había comenzado ya desde los primeros días de creación del movimiento. Esta agrupación que defiende el violento y criminal "pensamiento Gonzalo”, de Abimael Guzmán, ha logrado coexistir con otras agrupaciones de izquierda de las "casas de estudio", buscando ganar apoyo al reivindicar derechos estudiantiles y reclamos ante autoridades universitarias.
Según la Asamblea Nacional de Rectores, el Movadef tiene presencia en universidades de cinco regiones del país sin contar Lima, nada menos que en Huancavelica, Áncash, Puno, Cusco y Ayacucho.

Esperamos, que en nuestra universidad, estas huestes ideológicas del terrorismo no lleguen a infiltrarse y disfrazarse bajo los llamados grupos de izquierda, ni mucho menos adoctrinar a alumnos jóvenes que no conocen las maquiavélicas pretensiones de Sendero, ni siquiera el nefasto daño que causaron sus militantes a comienzo de los años ochenta. Es en este ámbito, donde el periodismo debe desempeñar el papel de nexo informativo para la población que ignora ciertos sucesos, para así poder frenar este vil contraataque por parte de las marionetas del camarada Gonzalo.

lunes, 19 de noviembre de 2012


Hablar de Héctor es...




Hablar de Héctor es tratar de subir al limbo del arte, es escuchar el efímero hechizo de su son caribeño, es sujetar un micrófono y cantarle a la melancolía, es pasar del mito a lo real, y tal vez volverse incrédulo, es ir por la calle y ver al pobre loco bailando la “Murga de Panama” y al delincuente idolatrar a un tal “Juanito alimaña”, es viajar a través del tiempo a un lugar inimaginable, es sentir la quimera de multitudes, es adentrarme al bongó de mi pecho, es estremecerse al vibrato de una letra de asfalto, es tanto y mucho, es poco y nada, es simplemente vagar por los recuerdos hedonistas y bohemios, es oír el pregón triste de un ser que reía al borde de la tarima de la fama.

Hablar de Héctor es saborear el vértigo urbano y el arrebato de su lírica, es habitar el microcosmos de lo inentendible, es también escuchar a Colón y su endemoniado trombón, es lamentarse y a la vez ufanarse de su existencia, es navegar al borde de un río de lava, caliente y peligroso como él mismo, es caminar por la cornisa de la seducción y encontrarse con una dama de blanco, misteriosa y prohibida.

Hablar de Héctor es penetrar en sus pasos mórbidos, es asomarse por la ventana del deleite y fabular, simplemente fabular; es imaginarse en la pachanga del sábado, es enamorarse sin conocer a la hembra, es lanzar un requiebro eufónico, es abocetar un lienzo infinito, es hablar de algo que se extingue y llorar, llorar a la estirpe condenada a vivir para siempre.