sábado, 3 de diciembre de 2011

Y vivieron felices...


Y vivieron felices y comieron perdices…y tal vez se empacharon.
Pienso, quizás, que el tema del cual oso escribir en estos momentos de ocio pueda resultarles pueril, sin importancia para muchos, ameno para pocos, tal vez digno de ser leído para unos cuantos.
Últimamente, en aquellas especies de tertulias literarias que suelo tener de vez en cuando con dos de mis entrañables, inconformistas y pragmáticos amigos de clase, suele brotar de alguna partícula navegante de nuestras sienes, el afanoso y siempre complicado, tema del desenlace.
Uno de ellos el más contestatario e inconformista me comenta, agrio y sumamente crítico, sobre el desenlace de una novela de Paulo Coelho, la recuerdo perfectamente se titula “Once Minutos”.
“Es una novela sosa, aburrida, sinceramente una de las peores que he leído”, me comenta con ese marcado gesto de fastidio ya propio de él. “Es pésimo el final”, añade. ¡Basta de los finales de telenovela mexicana, basta ya de los estúpidos finales felices!
Mi otro amigo, un asiduo lector, libertino en sus opiniones y casi siempre conciso en sus comentarios, afirma, compartiendo la opinión de mi contestatario amigo, al que pareciera nunca gustarle nada; ¡Dejémosle esos finales felices a los cuentos para niños, engañémoslos con que la vida tiene un final feliz!
Mi estado sigiloso es notorio. Mi faz dibuja una limpia sonrisa, fingida. Debo admitir que esa novela del ´pseudo-escritor’ brasileño, me gustó y que por algún tiempo la considere de mis favoritas. No me atreví a comentar sus intransigentes comentarios esta vez y aunque no me guste, los escuche y les di la razón, porque en realidad la tenían.
Que puede ser feliz en la vida, me puse a pensar. Acaso la vida puede tener un final feliz. Pues si es así, que alguien me lo diga. Yo no conozco más final que la muerte, y según a mi cabal pensamiento-que puede estar equivocado- no le atribuyo a la muerte el más mínimo rasgo de felicidad.
Creo yo que ni siquiera un héroe se siente feliz al momento de morir. Ni siquiera un condenado al patíbulo se atreve a llegar a los tablones donde risueña con su rostro inimaginado, sus dedos reumáticos de anciana y su hoz de un reluciente color metálico, le espera la fría muerte. Pues si hasta un desahuciado lucha por seguir viviendo.
¿Dime donde existe un final feliz? ¿Dime si la muerte puede ser felicidad? ¿Dime si la felicidad existe, o es una simple utopía creada por ese mismo ser que no conocemos?
Sólo me gustó una parte de esa novela.- me aclaró mi amigo interrumpiendo mi fugaz pensamiento. Te acuerdas de la escena del rojo y amarillo. Mi mente como un dejabu evoca rápidamente una magistral escena de sexo. Y me digo, no es que la novela haya sido mala, el final es horroroso.
Ah, seguro que te masturbaste.- acotó mi otro amigo con esa intención sibilina de sus palabras.
La explosión cómica no se hizo esperar. Y me di cuenta, quizás, que la felicidad existe, pero que es tan efímera que cuando nos damos cuenta que la tenemos, ella desaparece como la vida misma cuando menos lo pensamos. 



1 comentario:

  1. Siempre me he dicho que la felicidad dura tanto como un suspiro y es tan rica como un orgasmo!

    Me gustó.
    Pd:Aun me acuerdo de esa conversa (:

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